Inclusive cuando la cago, soy el mejor...

Quienes me conocen comprenden que mi "Todainfinita" Gloria no sólo se limita al delicioso aspecto físico que poseo. También soy el mejor en todo lo que hago, y sin dudas, el mejor cuando la cago.

Cuando tú la cagas, seguro lo haces de forma insignificante y menuda: que si se te olvidaron las llaves de la casa, se te olvidó estudiar, se te olvidó un cumpleaños o una fecha especial... en cambio yo, que a diferencia de ti soy todo un hombre, la cago de forma gloriosa... como por ejemplo: echarle aceite de transmisión al radiador del coche de mi madre.

 

Contemplen mi obra:

 

Si eres un fracasado sexual que no sabe nada de coches, yo te explico: ¿ves ese frasco anaranjado con una tapa amarilla? Es el radiador, el lugar donde se le debe echar agua o congelante... el lugar donde, en mi infinita genialidad, vertí un litro de aceite de transmisión por un descuido temporal.

 

¿Que cómo lo hice? No tengo idea: yo sólo quería hacerle un bien al carro... por lo que cogí el frasco que pensé era el congelante y se lo eché completo al radiador... minutos después, cuando estaba conduciendo por la calle, y vi que la aguja del termómetro tocaba lo rojo, y, lo más importante, que desde el capó del vehículo salía una humareda blanca, me di cuenta inmediatamente, (gracias a mi aguda inteligencia), que todo tenía que ver con el líquido que le acababa de echar al radiador.

Por lo que conduje de vuelta a la casa y me puse a revisar el pote:

 

 

Míralo más de cerca:

 

 

 

Todo esto ocurrió hace una semana, aproximadamente... (por eso la falta de updates a la web) y todavía no he sabido cómo arreglarlo... lo más que he hecho hasta el momento es quedarme largas horas de pie frente al carro, con las manos en la cintura, meditando sabiamente en alguna forma de drenar todo el aceite que habrá quedado en los tubos de transmisión.

Mientras tanto, mi madre, que está de viaje, ya me ha enviado el primer mail al respecto:

 

 

El día de antes de ayer le eché el congelante adecuado al carro y lo encendí, para dar una vuelta y ver si así se solucionaba el problema, pero lejos de ello, podía sentir como el líquido burbujeaba dentro del radiador, como si fuese una olla haciendo palomitas de maíz, a la vez que la aguja volvía a subir peligrosamente hasta el punto límite...

 

<<Que forma de cagarla>> me dije a mí mismo camino a casa, con el pecho henchido de orgullo.

 

VOLVER